La Sierra Tarahumara enfrenta una grave crisis ambiental con al menos 21 incendios forestales activos que han consumido más de 13,196 hectáreas de bosque. Según el último reporte de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), estos siniestros se concentran en ocho municipios de la región, siendo Guadalupe y Calvo los más afectados con siete focos de fuego.
Los siniestros no solo amenazan la biodiversidad de la Sierra, sino también a comunidades rarámuris y la seguridad de miles de habitantes. Si la situación no se controla, podría agravarse la pérdida de flora y fauna, así como afectar el suministro de agua en la región.
Habitantes del Ejido Ahuichique, en el municipio de Bocoyna, urgieron la ayuda tanto de las autoridades como de la población en general, al reportar que se salió de control uno de los incendios forestales que se registran en la zona cercana al seccional de San Juanito, el cual consumió dos viviendas, además de ocasionar heridas a dos voluntarios que resultaron con quemaduras de primero y segundo grado principalmente en brazos. Las autoridades aseguraron que, hasta el momento, su estado de salud se reporta fuera de peligro.
Al respecto, Luz Campos, brigadista voluntaria, refirió que, pese a los esfuerzos, no se han podido controlar 3 incendios en distintos puntos del municipio de Bocoyna, como tampoco se ha logrado evitar que las llamas llegaran muy cerca del ejido, en donde se reporta al momento dos casas quemadas con pérdidas materiales totales.
Uno de los afectados, de nombre Ismael Millán, indicó que su vivienda, hecha de madera y láminas, se ubica a las orillas de la comunidad de Ahuichique, por lo que, al llegar a la zona, el fuego alcanzó el inmueble sin que pudiera rescatar parte del menaje.
Debido a la gravedad de la situación los pobladores de Ahuichique solicitaron el apoyo de voluntarios para sumarse a las acciones de combate del incendio forestal que se mantiene en la zona de Sohuebachi y se extiende a las cercanías de San Juanito. A la vez solicitaron herramientas ya que las utilizadas se dañan en poco tiempo.
Ante la limitada capacidad de respuesta institucional, grupos de voluntarios y brigadistas comunitarios han comenzado a organizarse para implementar acciones de contención, utilizando los recursos disponibles.