#Opinión // Nada que celebrar el día del niño

mayo 2, 2025

Por Emilio Antonio Hernández

Hay en todo México miles de niños que su día, celebran en la calle y sortean la muerte por el cruel olvido de la sociedad, pero esto es claro reflejo de la miseria humana por su indolencia o incapacidad de reintegrarlos como parte importante que son de nuestro conglomerado.
En casa y fuera de ésta, se suele festejar a los hijos con regalos, pasteles, paseos, cariños; pero poco se atreven a ir al rescate de los niños de la calle. Por egoísmo o, lo que es peor, falta de humanismo.
Cuando hablamos de los niños que en la calle buscan sobrevivir, por lo regular caemos en el error de generalizar nuestros conceptos. Según los informes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), existen 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina. Con edades que oscilan entre los 10 y 14 años, son condenados a intentar sobrevivir en el único “hogar” que tienen disponible, esto es, las calles del continente.

En México, la situación es alarmante. Diversas estimaciones —tanto de INEGI como de organizaciones civiles— indican que existen entre 90 mil y 115 mil niñas, niños y adolescentes en situación de calle, aunque la cifra real podría ser mucho mayor, debido a la falta de registros oficiales y la dificultad de identificar a esta población móvil, invisible ante el sistema. Estos menores de edad que en la calle buscan techo y comida -ya no amor, pues ésta es una palabra ajena a su vocabulario y entorno-, en gran porcentaje son niños y en menor estadística adolescentes emanados de estratos sociales con mayor carencia económica, cuya personalidad individualista y deformación emocional los orilla a incorporarse a clanes delictivos en sus comunidades.

El medio ambiente en que los niños nacen, crecen y se desarrollan (por un lado) y la descomposición de sus hogares (por el otro), hacen que los niños de la calle se rebelen ante las normas establecidas; que adopten estereotipos de protesta extra estatales y se liguen a doctrinas encontradas a través de frases filosóficas y símbolos que, en fondo, nunca logran comprender. A los menores que en la calle fincan sus esperanzas de vida, la sociedad misma los ha definido como seres inferiores, ladrones, drogadictos, bravucones, alcohólicos, irrespetuosos y abusivos… cuando menos. Están descorazonados, desprotegidos; su preparación académica o laboral es mínima regularmente. Su educación la obtienen en la calle, broncas y uno que otro ‘pasón; en los atracos, redadas, torturas sicológicas y físicas y en el sexo. Y no entienden más leyes que las de la propia calle.

Algunos estudiosos de este fenómeno han dicho:
«Son niños y adolescentes desubicados tanto emocionalmente como en el aspecto familiar. Su reacción es natural, ya que no se les han brindado espacios suficientes donde poder reencontrarse. Igual carecen de guías morales para poder entender el lado bueno de la vida; no son malos, sino rebeldes».

En diferentes municipios de la entidad estatal se ha detectado que los niños de la calle cada día son más y que en muchos casos son de extracción clase mediera; menores que abandonaron sus hogares por la descomposición familiar, en tanto que los surgidos de las clases bajas son resultado de la pobreza, marginación, desintegración de sus familias y falta de identidad.

Por tanto, nos encontramos con que los niños que en la calle viven son consecuencia de los siguientes factores:
a) problemas sicológicos, b) situación socioeconómica y c) emigración, según refieren investigadores.
En el primer caso podríamos ubicar a los menores de edad que en la calle limpian parabrisas y carrocerías, venden chicles, tragan petróleo, hacen malabares y posan sus espaldas sobre vidrios despedazados; en el segundo, a los jovenzuelos que no conocen otro ambiente que el de los cinturones de miseria; y, en el tercero, a los que abandonan sus lugares de origen para establecerse en conglomerados carentes de servicios públicos.

El Día del Niño podría verse en varias facetas, algunas de ellas opuestas, desde la alegría y festejo a los reyes del hogar, hasta mostrar el lado más oscuro de la condición humana, la explotación de alrededor de 2.3 millones de menores en México que están en situación de calle, quienes no reciben ningún apoyo social o un programa de atención por parte del gobierno.
Los tres niveles de gobierno cuentan con mecanismos que se dedican a la protección de la niñez, pero a veces quienes encabezan estas instituciones, no tienen el conocimiento de cómo brindarle esa protección, tal como fue la creación del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), quien nadie sabe a ciencia cierta, cuál es la labor que desempeña.
Reiteramos nuestro compromiso de visibilizar, exigir al gobierno y acompañar procesos de transformación institucional y cultural que hagan posible una infancia libre, digna y protegida para todas y todos como lo plantea el Movimiento Antorchista Nacional.