Por Noel González Jiménez
Cada vez se hace más notoria la acción que están tomando las juventudes en todo el mundo en contra de las injusticias que viven en sus lugares de origen. Ahora están más informadas gracias a la pronta difusión de las noticias a través de las redes sociales, la manipulación por parte de los grandes corporativos informáticos se ve mermada, ya no es creíble, pues estas corporaciones suelen estar al servicio del poder económico y muchas veces mandan el mensaje que las elites indican.
En México, tenemos una población de alrededor de 130 millones, de los cuales 31.2 millones son jóvenes de entre 15 y 29 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), una cantidad muy impórtate y que tiene un peso aplastador si se lo proponen, pues a diferencia del otro porcentaje de la población (niños y adultos), los jóvenes tienen más acceso a la información, tienen más inquietudes sobre su futuro, tienen la fuerza y energía para luchar, además de ser más críticos en los temas nacionales.
Por donde se le vea, la juventud ha sido protagonista de cambios. Con su energía, creatividad y espíritu crítico, los jóvenes representan no solo el futuro, sino también el presente activo y transformador de la sociedad. En el contexto actual, caracterizado por desafíos como la desigualdad social, la desinformación y las crisis políticas, el papel de la juventud se vuelve más relevante que nunca.
Hablando propiamente de la juventud mexicana, se puede decir que posee una capacidad única para cuestionar las estructuras establecidas, proponer alternativas innovadoras y movilizar a las comunidades. Lejos de ser meros receptores del legado de generaciones anteriores, los jóvenes son constructores activos de nuevas realidades. Miles de ellos viven en comunidades rurales, y son receptores de las experiencias que han vivido sus padres y abuelos, en su mayoría experiencias malas y eso los motiva a querer transformar su realidad y la de las futuras generaciones.
Uno de los temas que motiva a la juventud a levantar la voz y organizarse es el acceso a la educación, pues les queda claro que el estudio de calidad les permite desarrollar una conciencia crítica sobre los problemas locales, nacionales y de carácter mundial. A través de plataformas digitales, redes sociales y espacios comunitarios, están articulando nuevas narrativas sobre justicia social, equidad de género, derechos humanos y sostenibilidad. La juventud de hoy no solo demanda un cambio, sino que lo ejecuta desde sus trincheras cotidianas.
El joven estudiante que regresa a sus comunidades a hablarle a su pueblo de que sí existe otro camino de prosperidad, basado en la organización y educación del pueblo, ya está haciendo un acto verdaderamente revolucionario, y más aún si se pone a la cabeza de la lucha por llevar mejores condiciones como mejorar las escuelas o incluso luchar por la construcción de ellas, mejore caminos, apoyos a la vivienda, por centros de salud, agua, luz, drenaje, espacios deportivos y culturales.
Otro tema donde la juventud mexicana está tomando partido es en la vida política, ya sea a través del activismo, la militancia, o incluso ocupando cargos públicos. Su involucramiento es esencial para democratizar las decisiones y construir sociedades más justas y representativas.
En nuestro país se han desarrollado varios movimientos donde la juventud es el principal actor, uno de ellos y creo, el más importante, es la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (Fnerrr) que en este 2025 cumplen 26 años de lucha ininterrumpida a lo largo y ancho del país, aglutinando a jóvenes entusiastas, progresistas, lideres natos de cientos de escuelas que ellos mismos han gestionado y logrado con base en la unidad y cobijados por nuestra constitución.
Desde el norte hasta el sur, la presencia de la Fnerrr se hace cada día más notoria, sus logros, su visión sobre la educación y su importancia en la transformación del pueblo los ha hecho defenderla contra viento y marea, contra gobiernos tiranos de todos los colores, y siempre, aunque a veces tarde la lucha, salen triunfando, pues nada puede acabar con la fuerza, claridad y organización de la mejor vanguardia estudiantil de México.
Los retos de los jóvenes están a la orden del día, hoy México los necesita despiertos, educados, críticos, fuertes como un roble para defender, no solo a la educación, la cultura y el deporte, si no para ser lideres que lleven por el mejor camino al pueblo explotado, a los campesinos olvidados que tanto han sufrido y merecen vivir en una sociedad mas justa y equitativa. La tarea es grande, pero estoy seguro que ellos lo van a lograr.