#Opinión // La clase obrera debe dar el siguiente paso: la conquista del poder político

junio 12, 2025

Por Lenin Nelson Rosales Córdova

La realidad en la que viven millones de mexicanos es totalmente diferente a la realidad que pregonan los políticos, la pobreza avanza, el descontento se acentúa todos los días ante el inminente fracaso de las políticas emprendidas por el actual gobierno federal, la paciencia del pueblo, en general, está llegando a sus límites, y las transferencias monetarias llegará el momento en que ya no surtan el efecto anestésico que juega en la conciencia de la clase pobre.

Al pueblo se le están acabando las opciones, ya los partidos tuvieron la oportunidad de gobernar, implementar sus estrategias para combatir la pobreza y desigualdad, pero los resultados son los mismos, al final de cada sexenio entregan un país igual o peor que como lo recibieron. Un claro ejemplo es el fallido sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que dejo un país dividido y obras faraónicas que hasta la fecha no son rentables.

Ante este descontento generalizado, que aclaro, no es de ahora, da la pauta para que diferentes sectores de la población se organicen y se manifiesten por la defensa de sus derechos económicos, sociales, políticos, laborales, entro otros, así, vemos como médicos, enfermeros, maestros, estudiantes, campesinos, jornaleros y obreros salen a las calles para denunciar las injusticias que cada sector padece y que al gobierno poco le importa resolver.

Cada movilización juega un papel fundamental en la educación, la concientización, la formación política y la organización de los ciudadanos. Sin duda, la lucha practica genera un sentimiento de unidad, de solidaridad entre la ciudadanía y eso es beneficioso para dar el siguiente paso, la lucha por el poder político.

Es gracias a la lucha práctica donde el pueblo puede comprender y entender de una forma objetiva el papel de éstos en la construcción de una sociedad más justa; es a través de ella donde el pueblo comprende la verdadera esencia de la lucha de clases y fortalece su ideología, además de ver con más objetividad al servicio de quién está todo el aparato del Estado.

Por muchos años las movilizaciones y luchas emprendidas han sido de carácter economicistas y asistencialistas, es decir, para conseguir apoyos en lo inmediato como la introducción de servicios básicos, por mejor educación, salud, empleos mejor remunerados, para lograr un lote donde construir un patrimonio, y aunque en muchos casos se logra lo solicitado, esto no acaba con el problema de raíz que es el modelo económico que tiene nuestro país, modelo que beneficia a unos cuantos a costa del trabajo de los verdaderos generadores de la riqueza nacional: la clase obrera y campesinos de México.

La realidad ya exige que el pueblo no se quede en la lucha simplemente reivindicativa, sino que es necesario dar el salto, avanzar a la lucha política por transformaciones que generen cambios verdaderos en la estructura económica, en lo político y social.

Pero estas transformaciones que generen cambios objetivos deben germinar en las fábricas, en los pequeños y grandes consorcios capitalistas donde la clase obrera debe sacudirse del dominio y la explotación, de la influencia de los patrones para convertir a los trabajadores en una clase domesticada que no se levanta, que no impone su rebeldía y que acepta su destino como por designio divino.

En esta constante lucha de clases, el campesinado también debe luchar por formarse políticamente como la fuerza que debe jugar su rol como aliado de la clase obrera y que, dentro de esta alianza, comprenda su papel en el proceso de la construcción de una nueva sociedad. Pero para comprender ese rol en el proceso de cambio, necesita profundizar en el estudio científico, en el estudio marxista. Para dar el salto a la formación de un partido del pueblo, se necesita una ideología de clase sólida, como el acero.

La alianza obrero-campesino es el núcleo esencial para determinar la aniquilación del sistema capitalista, y en medio de estas ruinas, impulsar con fortaleza el nuevo poder popular, el poder del pueblo.

Este sistema de explotación del hombre por el hombre está generando las condiciones necesarias para su fin, mientras otras naciones avanzan en nuevos modelos económicos que benefician a la población, en México el poder económico sigue dominando al poder político y eso ya debe acabarse. Somos más de 60 millones de pobres, un verdadero ejército, una verdadera fuerza que, si se lo propone, puede cambiar el rumbo del país, esa es la tarea de la clase trabajadora y cuenta con el apoyo de millones para cumplirla.