Por Sebastián Nava Ramos
Si la política no cambia la vida en nuestras colonias y comunidades, ¿para qué sirve la democracia? ¿De qué nos sirve votar si no vemos mejoras? La política no debería ser solo promesas al aire. La democracia está para que, como ciudadanos y dentro de la ley, exijamos soluciones a nuestros problemas locales. Y esto no es solo antes de que los políticos lleguen al poder, ¡es durante toda su administración!
Solos, como trabajadores, nuestra voz no cuenta mucho: lo que pasa en nuestras calles, escuelas o trabajos casi nunca le importa a los que mandan. Por eso, es súper importante que los que sufrimos por calles en mal estado, centros de trabajo que no sirven y escuelas que no son dignas para nuestros hijos, nos unamos, nos organicemos y formemos un solo equipo, un solo frente. Solo así, las autoridades que deben escucharnos nos harán caso.
Aquí en San Luis Potosí, nos organizamos hace rato en Antorcha Popular para alzar la voz y pedir que nos escucharan. Desde hace tres años, nuestro comité ha ido muchas veces a la Presidencia municipal de SLP capital para pedirle al alcalde, Maestro Enrique Galindo Ceballos, que nos eche la mano con unas demandas que son urgentes y que él conoce muy bien desde que andaba en campaña, es el caso de la pavimentación de la calle Ayax, que dará vialidad de mejor calidad a los vecinos de la colonia Margarita, Héroes Antorchistas de Chimalhuacán, El Ranchito, Rancho El Aguaje, entre otras. Una obra con proyecto integral de introducción del agua y drenaje; y elaborado desde el año 2023, presupuestado y programado su realización para el año 2025, y ahora, los funcionarios municipales, consideran que no es prioritaria.
Nuestras peticiones están dentro de lo que él puede resolver, no estamos pidiendo nada fuera de su alcance. Además, lo que pedimos no es algo nuevo o que no se esperara; es algo que todos saben, incluidos los que trabajan en la presidencia de SLP. Y ojo: todo esto no sale de su bolsillo; ellos tienen su sueldo muy aparte y lo que pedimos no va a salir de allí, hay recursos que salen de nuestros impuestos y que existen para atender demandas como las nuestras. No hay que olvidar que la gente de las colonias, incluso las más humildes, son las que más pagan impuestos. Queremos entornos sanos y seguros para nuestros hijos, calles en buen estado que no se inunden, puentes peatonales, banquetas, andadores; red de drenaje y agua potable. Nos hemos esforzado por comprar un terreno legalmente, pero todo es muy caro y necesitamos ayuda para regularizar nuestra propiedad. Somos gente honesta y trabajadora, pero tener un patrimonio completo es muy difícil, por eso pedimos que nuestras colonias tengan los mismos servicios que las colonias donde viven nuestros políticos, ni más ni menos.
Como ya dijimos, somos gente trabajadora, que sabe ganarse la vida. Por eso le hemos pedido al alcalde que nos dé permiso y autorización para que nuestros compañeros, que vendían en el “Pasaje Hidalgo” y fueron retirados por la Dirección de Comercio, puedan volver a vender. También que nos ayuden con la rehabilitación del Mercado “Tomás Vargas” que ya se está cayendo; y el acceso por la calle Alhóndiga, y que arreglen los baños del Mercado. Es nuestra fuente de trabajo, es para que podamos salir adelante, no queremos otra cosa que no sea que nos dejen ganar el pan de cada día, de forma honesta y sin perjudicar a nadie.
Como somos padres y madres de familia, también queremos que ayuden a las escuelas; sus instalaciones necesitan muchas cosas, desde terrenos y salones, equipos de cómputo, hasta apoyo para las escuelas de nivel superior que les dan a nuestros hijos la oportunidad de estudiar y tener una carrera. Entre muchas otras peticiones, que se pueden verificar fácilmente y no son exageradas, el alcalde conoce bien los problemas.
Amigos antorchistas de la ciudad y municipios, les pedimos su apoyo y comprensión. Nuestras peticiones nacen de la necesidad, no queremos molestar a nadie. Por eso, le pedimos una y otra vez a nuestro presidente, que no se olvide de la gente de los barrios y colonias. Al final, somos nosotros quienes siempre estamos ahí cuando se nos escucha de verdad.