Ciudad de México, 19 de septiembre de 2025. – Hoy se cumplen cuarenta años del terremoto de magnitud 8.1 que sacudió México, con epicentro en Michoacán y profundidad de unos 15 km, y que dejó una huella imborrable en la Ciudad de México y en todo el país.
A las 7:17-7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985, un sismo golpeó con gran violencia la capital mexicana, provocando el derrumbe de múltiples edificios, daños severos en infraestructura y pérdidas humanas que aún hoy no tienen cifras totalmente precisas.
Las zonas más afectadas incluyeron colonias como Roma, Juárez, el Centro Histórico, Tlatelolco, Venustiano Carranza, Iztacalco, entre otras. El Hotel Regis, el edificio Nuevo León en Tlatelolco, vecindades antiguas, colegios y hospitales sufrieron estragos irreparables.
Las cifras oficiales estiman más de 6,000 muertos, aunque organizaciones civiles y medios señalan que podrían haber sido muchos más, llegando hasta 35 mil según diversos recuentos.
El sismo de 1985 marcó un punto de inflexión en la historia reciente de México, no solo por su impacto destructivo, sino por los cambios generados en la relación entre ciudadanía, gobierno e instituciones:
- Se fortalecieron las normas de construcción y la regulación sísmica.
- Se consolidaron organizaciones de rescate ciudadanas y brigadas voluntarias, como los Topos, que surgieron en ese momento. La conciencia colectiva sobre la importancia de la protección civil se volvió parte de la cultura urbana. La prevención ya no es solo responsabilidad oficial, sino de todos quienes vivimos en zonas vulnerables.
- Aun así, algunos de los retos siguen presentes: zonas de riesgo con edificaciones antiguas o con poca supervisión, desigualdades en la preparación de los distintos sectores poblacionales, y la necesidad de que la memoria no se diluya con el paso del tiempo.
Cuatro décadas después, el recuerdo permanece vivo gracias a los testimonios, fotografías, relatos personales y evidencia física. Conmemorar no significa solo revivir el dolor, sino aprender de él: reforzar la cultura de la prevención, mejorar la infraestructura, articular mejor las acciones de respuesta, y sostener la solidaridad ciudadana como fuerza transformadora.
Porque como muchas de las expresiones culturales lo han dicho durante estos días: “19-S cuando el pueblo salvó al pueblo”.







