#Opinión // Esperanza para el ciclo agrícola 2026 y la resistencia contra el abandono

septiembre 20, 2025

Por Noel González Jiménez

Las recientes lluvias en el estado grande han traído esperanza para el próximo ciclo agrícola, los sembradíos se han revitalizado, la tierra se muestra fértil y cientos de familias vislumbran la posibilidad de un año menos incierto. Pero este renacer no es producto de las políticas públicas ni de la voluntad gubernamental: es, por el contrario, fruto de la naturaleza y del esfuerzo inquebrantable de los agricultores que, a pesar de años de abandono y represión, no han dejado de resistir.

La memoria colectiva recuerda bien que la lucha por el agua no comenzó hoy, fue durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador cuando el conflicto por el recurso hídrico alcanzó uno de sus puntos más críticos. En septiembre de 2020, la tragedia golpeó a Chihuahua cuando una mujer perdió la vida a manos de la Guardia Nacional en las inmediaciones de la presa La Boquilla, en el municipio de Delicias. Aquella jornada marcó para siempre la historia de los campesinos del estado, pues puso de manifiesto la disposición del gobierno federal a criminalizar y reprimir la legítima defensa de la tierra y del agua.

Desde entonces, el discurso oficial ha sido el mismo: acusar a los agricultores de politiqueros, minimizar la problemática y reducir la lucha campesina a intereses partidistas. Nada más alejado de la verdad. Lo que se vivió en Chihuahua en esos años fue la dignidad de un pueblo que se levantó frente al despojo, que enfrentó la maquinaria del poder central y que supo sostener, con valentía, que sin agua no hay futuro.

Esa resistencia hoy se refleja nuevamente, las lluvias han salvado el nuevo ciclo agrícola, y con ello el trabajo y el sustento de cientos de familias que dependen de la producción de maíz, frijol, nuez, manzana y otros cultivos. No fue un programa asistencialista ni una política gubernamental lo que devolvió la esperanza al campo: fue la fuerza de la naturaleza y la perseverancia de los productores que, contra todo pronóstico, se mantienen de pie.

Es necesario dejarlo claro: el gobierno federal ha castigado a Chihuahua desde hace más de un sexenio. Primero con recortes presupuestales, después con el retiro de apoyos directos y, finalmente, con la estigmatización de quienes alzan la voz para defender sus derechos. A los campesinos se les ha dejado solos, mientras que desde Palacio Nacional se presume una política de “justicia social” que nunca llegó al norte del país.

Hoy, rumbo al 2027, morena pretende conquistar la gubernatura de Chihuahua. Y lo hace utilizando la misma estrategia que en otros estados: promesas grandilocuentes, discursos populistas y programas asistencialistas diseñados para ganar votos, no para resolver los problemas de fondo. Quieren repetir la fórmula de la dependencia económica a cambio de lealtades políticas. Sin embargo, la realidad demuestra que allí donde morena gobierna, lo que prevalece es el fracaso: inseguridad desbordada, sistemas de salud colapsados, carencias educativas, obras inconclusas y un campo abandonado.

Chihuahua no puede ni debe repetir esa historia, el pueblo tiene la obligación de vacunarse contra la mentira, de poner un alto al centralismo que busca imponer sus reglas desde la Ciudad de México, y de defender la libertad y la dignidad de un estado que ha sabido sobrevivir gracias a su propio esfuerzo. El agua que hoy corre por las presas no pertenece a un partido ni a un gobierno: pertenece al pueblo que la defiende, al campesino que la convierte en alimento, al productor que la transforma en vida.

La resistencia chihuahuense es una muestra de que el norte no se rinde, desde la lucha en La Boquilla hasta el presente ciclo agrícola, ha quedado demostrado que la voluntad de un pueblo vale más que cualquier decreto. Frente a la indiferencia y al castigo gubernamental, los agricultores han levantado la frente y han recordado al país entero que Chihuahua no se deja doblegar.

Las lluvias del 2025 son una bendición, pero también un recordatorio: la naturaleza puede dar un respiro, pero el futuro del campo depende de la unidad y la defensa constante de sus derechos. El 2027 será un año decisivo, pues definirá si Chihuahua mantiene su independencia política frente al centralismo morenista o si cae en la misma trampa que tantos otros estados.

El campo chihuahuense tiene memoria, recuerda a quienes lo defendieron, recuerda a quienes lo traicionaron y, sobre todo, recuerda que el agua no es un privilegio del poder, sino un derecho del pueblo. Esa memoria debe guiar el rumbo de la decisión colectiva.

Hoy el mensaje es claro: no es gracias al gobierno ni a sus políticos que Chihuahua sigue de pie. Es gracias a la naturaleza y a la resistencia del pueblo. Y mientras esa resistencia exista, el norte nunca se rendirá.