Por Lenin Nelson Rosales
Ya lo decía el gran pensador cubano José Martí “un pueblo culto es un pueblo libre”, frase que resume la idea de que la educación, la cultura y el deporte son fundamentales para la libertad y el desarrollo de una sociedad sin esclavitud de ninguna forma, pues cuando el pueblo se educa tendrá siempre otra opción para la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Desde la lucha por la independencia hasta la revolución mexicana, la participación activa y decidida del pueblo llevaron al país a mejorar las condiciones de vida de todas las familias. No se puede negar que cada época fue mejor a la anterior, eso es verdad, las condiciones iban mejorando para las familias mexicanas, pero la lucha no acabaría con la promulgación de la constitución, ahora habría que dar la lucha para que lo firmado se cumpla, pero esta vez con un nuevo plan de lucha, más estructurado, más pensado y con un pueblo educado.
En esos hechos históricos al pueblo lo movió su deseo de ser libres, las condiciones de opresión en las que vivían los obligaron a unirse a los movimientos que fueron liderados por grandes independistas y revolucionarios que, con una visión de progreso, llevaron al pueblo a luchas sociales que resultaron en mejores condiciones de vida.
Pero las condiciones cambian, esta sociedad está más desarrollada, ya no somos colonia ni el campesino está en las haciendas. Las relaciones de producción si cambiaron en nombre, pero no dejan de ser parte de la lucha de clases, donde unos cuantos concentran en sus manos gran parte de la riqueza nacional y millones de mexicanos, que son los que en realidad crean la riqueza, viven en pobreza y miles en condiciones de pobreza extrema.
La fuerza transformadora del pueblo es impresionante, por eso es momento de que entienda que no puede negarse a su tarea histórica y cambiar el estado de las cosas. Pero esa fuerza está dormida aun, el gobierno sabe que si deja que la sociedad despierte luchará para tomar el poder político. Por eso los que ostentan el poder, desde hace mucho tiempo, descubrieron que el despertar del pueblo lo pueden evitar repartiendo dinero, tratando al pueblo como a cualquier infante. Una tarjeta con dinero a cambio de que sigan viviendo en pobreza, no tengan agua, luz, educación, salud, seguridad, ni nada.
Ya han pasado 107 años desde que se firmó la carta magna que, en sus primeros artículos, resalta las garantías individuales que no son otra cosa que los derechos fundamentales que los ciudadanos mexicanos gozan y que versan sobre la libertad, seguridad, igualdad y propiedad.
Pero, ¿Por qué después de tanto tiempo al pueblo no se le han respetado esos derechos fundamentales firmados? Aquí hay algo muy interesante que habría que analizar. Creo que esta situación se debe, en parte, a que el pueblo ha puesto sus esperanzas en falsos lideres redentores que les prometen sacarlos de la pobreza si los siguen y votan por ellos, dejando de lado la lucha por sus derechos, confiando en sus representantes. La clase en el poder se ha encargado de mantener a ese gigante dormido, dividido, viendo la televisión, alejado de la política, es más, ha logrado que el pueblo aborrezca la política, sin saber que esa es la puerta al cambio que tanto ha soñado.
No olvidemos lo que dice la escritora chilena Marta Harnecker en su libro ¿Qué es la sociedad?: “Las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las “personalidades”, por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares. Sin la participación de las grandes masas no hay revolución. Es por ello que una de las tareas más urgentes del momento es que los trabajadores se eduquen, que eleven su nivel de conciencia, que se capaciten para responder en la mejor forma posible a sus tareas revolucionarias”.
El tiempo apremia, por lo que hago un llamado a mis compañeros de lucha a que demos pasos firmes en la educación del pueblo, ya es hora de despertar al gigante que organizado y educado políticamente hará el gran cambio que tanto necesita México.