Por Noel González Jiménez
Cada vez se entiende menos la política del actual gobierno para el campo, no solo de Chihuahua, sino en todo el país, pues la falta de apoyo a campesinos y productores es cada día más evidente, dejándolos a su suerte, lo que contrasta con el discurso oficialista que siempre enfatiza el bienestar de todos.
La política improvisada del Gobierno Federal para el campo chihuahuense está asentando un duro golpe al bolsillo de quienes producen, pues más de 2 mil 700 agricultores, de la zona de riego del sur, no fueron incluidos en el Programa Especial de Energía Eléctrica de Uso Agrícola (PEUA) que, por años, ha sido un salvavidas para cientos de productores.
El resultado de esta política de abandono al campo es preocupante, pues productores que pagaban mil 500 pesos por la luz ahora enfrentan recibos de 15 mil pesos. Otros, que desembolsaban 15 mil, hoy deben hasta 150 mil. Algunos casos extremos superan el medio millón de pesos en adeudos. Es una cifra imposible de pagar para un campesino que vive de cosechas cada vez más inciertas por el clima, la carestía de insumos y los bajos precios que ofrece el mercado.
¿Y cuál fue la causa se preguntará el lector? Pues bien, esta terrible situación por la que atraviesan miles de productores es el resultado de la mala administración de la Conagua en Chihuahua, quien no actualizó a tiempo la información en las oficinas centrales. Así de simple: un trámite mal hecho en un escritorio dejó a miles fuera del subsidio y a la intemperie de tarifas eléctricas impagables.
¿Y qué les queda entonces a los productores? rendirse no es una opción. En los últimos años el campo ha sufrido el desprecio de las administraciones morenistas, los ha dejado a la deriva, desapareciendo apoyos o programas alegando corrupción, o como lo decía en su momento el expresidente Obrador, al llamar a los productores chihuahuenses como politiqueros que solo se manifestaban para dañar su imagen. En esta, como en otras ocasiones, la manifestación pública es su último recurso para hacerse escuchar, para dar a conocer que hay otros datos que el Gobierno Federal y sus dependencias ocultan o niegan, de nuevo los productores tendrán que alzar la voz ante los oídos sordos e insensibilidad de los funcionarios.
Y es que por lo que se está luchando no se trata de un capricho, sino de supervivencia. Sin el PEUA, la ecuación es simple: no hay riego, no hay siembra, no hay cosecha, no hay ingresos. Y cuando el campo se apaga, el golpe llega también a las ciudades: se encarece la comida, se pierde empleo, se rompe la cadena productiva.
En contraste con la realidad que viven los productores, el Gobierno Federal ha repetido que su meta es fortalecer la producción nacional de alimentos y garantizar la soberanía alimentaria. Pero los hechos desmienten el discurso. No se puede hablar de soberanía si se estrangula a los productores con tarifas eléctricas imposibles y se les obliga a endeudarse o abandonar la tierra.
La exclusión del PEUA y la falta de respuesta rápida revelan otro problema: la llamada austeridad republicana, que en el papel busca eliminar excesos y corrupción, pero en la práctica recorta o descuida programas que sostienen la vida productiva del país. Mientras se destinan miles de millones a megaproyectos o a publicidad gubernamental, se regatea un subsidio que es vital para garantizar la seguridad alimentaria.
En este contexto, la lucha de los campesinos no es solo por un recibo de luz: es por el derecho a seguir produciendo, por la dignidad de un sector que alimenta a México y que, pese a su importancia estratégica, sigue recibiendo un trato de segunda.
Si el conflicto no se resuelve, el costo no solo lo pagarán los productores. Lo pagaremos todos: consumidores enfrentando precios más altos, municipios rurales sumidos en la pobreza, migración forzada hacia las ciudades, y una dependencia creciente de alimentos importados.
El campo no pide caridad: pide reglas claras, apoyos bien administrados y un trato justo. El subsidio eléctrico no es un regalo, es una inversión en productividad y estabilidad social.
Los mexicanos también alzamos la voz desde nuestra trinchera, la política de austeridad está afectando a todos los sectores, salud, educación, infraestructura carretera, mantenimiento al sistema de drenaje y ahora el campo nacional. Esto debe cambiar, el pueblo debe reaccionar y luchar por cambiar este modelo económico que está imponiendo morena, mientras ellos, los morenistas andan en Europa disfrutando de la vida, en México los problemas crecen todos los días. Urge un cambio de conciencia del pueblo, urge se organice, politice y luche. Esa es la tarea y debemos cumplirla.