Noel González Jiménez
Hablar de educación es para hacer enojar a cualquier mexicano que comprenda el alcance de este pilar fundamental de desarrollo de cualquier país, y espero no equivocarme al hacer esta afirmación, temeraria seguramente, pero sé que también hay un sector muy importante de la población que ve a la educación, de cualquier nivel, como una pérdida de tiempo, un gasto innecesario, cuando ahora, cae dinero de las arcas federales sin tanto esfuerzo, dejando de lado la calidad educativa, la falta de escuelas, la alta deserción escolar, la desaparición de las escuelas de tiempo completo, en fin, aunque duela, sí existe quien piensa de esa forma.
Y es que, en los últimos años, nos hemos percatado que el gobierno federal no le ha atinado ni a los planes de estudio ni a los funcionarios que encabezan a la tan importante Secretaria de Educación que, con los gobiernos de morena, se ha convertido en un premio de consolación para políticos que quieren seguir viviendo del erario público, aunque no tengan ni idea de los problemas que enfrenta ni las consecuencias que traerá al país si no se le da rumbo claro al sistema educativo.
Para contextualizar, con el gobierno del expresidente López Obrador, fue impulsada la creación del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación y de la Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). La Comisión surgió como sustituta del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); tanto su diseño institucional como sus funciones fueron pensados como ejes innovadores para promover que su labor se mantuviera cercana a la realidad de las escuelas, pues una de las acusaciones al INEE fue que se alejó de las necesidades y los contextos de los actores educativos. Sorpresivamente, durante la misma administración del Poder Ejecutivo se envió una iniciativa a la Cámara de Diputados que proponía desaparecer a la Comisión y al mencionado sistema, lo cual sería aceptar el fracaso de esta reforma.
Definitivamente en el periodo del exmandatario federal la educación no tuvo ni cabeza ni pies, pues todos fuimos testigos de la controvertida creación de la “Nueva Escuela Mexicana” y de sus libros llenos de errores, que ni la propia Secretaria de Educación en eso momento, Leticia Ramírez Amaya, pudo explicar cómo iba a funcionar.
Con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder y con el nuevo Secretario de Educación, Mario Martín Delgado Carrillo, se está replanteando el futuro de este importante pilar de desarrollo, pero de lo que se planea a lo que se realiza hay un mundo de diferencia, o por lo menos esos han sido los resultados desde el 2018 hasta la fecha. Todo pareciera que lo que quieren es que los niños y jóvenes vivan en la ignorancia.
Y es que la inversión en el sector educativo es muy baja en nuestro país, en una nota del periódico El Financiero del 12 de septiembre de 2024, se puede leer, “La inversión en educación es un indicador importante que revela las prioridades de una economía. En todos los países que forman parte de la OCDE, el gasto promedio por estudiante por año desde la primaria hasta el nivel terciario es de 14 mil 200 dólares. El país que más dedica recursos a sus estudiantes es Luxemburgo (con 30 mil 100 dólares) y el que menos es México, con tres mil 500 dólares por persona por año”.
Desde ahí se puede observar que los planes pueden ser muy buenos, pero si no hay inversión, no sirven para nada. Lo que se puede interpretar como una venta más de “esperanza” de un país mejor al pueblo de México, como se hizo con el sistema de salud, en seguridad con sus “abrazos no balazos”, el que no se tiraría ni un árbol para la construcción del tren Maya, la magnífica idea de la “megafarmacia”, el acabar con el hambre con la creación de Segalmex, que al final fue todo un fracaso y que se convirtió en la estafa maestra del sexenio pasado, al no poder decir donde quedaron los más de 12 mil millones de pesos, o como las universidades del Bienestar, que nadie sabe dónde están o si en realidad se construyeron.
La realidad es que México necesita un sistema educativo de calidad, que en verdad sea un factor de desarrollo y apegado a las necesidades reales del país, entendido como un elemento de un todo global, ya no podemos seguir experimentando ni usando a la educación como moneda de cambio, hoy, con todo lo que está pasando se reafirma que el modelo educativo que propone Antorcha Magisterial es el rumbo claro y científico que necesitamos.